Un abuelo sembrador
y otro constructor,
uno cosechero
otro casi equilibrista.
Llegaba uno con las manos secas
para comer temprano
El otro, con los pies en la tierra
sin saber siquiera volar
Uno en los andamios,
construía o lo imaginaba.
No voy a Francia pero sí
al pueblo del que huyeron,
ése que ya ni existe en Italia.
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El pueblo es triste
casi como su nombre
sopla un viento
que dobla los paraguas de las viejas
cuando sopla
ese viento
el invierno es más invierno
ni se oye a los canarios
Sólo unos osados
se cruzan a Croacia
y festejan cruzar la frontera
como si al mostrar el pasaporte
el policía comprendiera
que la cosa es simple
apenas pasar
de lo opaco a lo colorido
del agua de tanque al peñasco.
El pueblo tiene su belvedere
5 de diciembre de 2006.
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