domingo, 18 de noviembre de 2007

otros

..."ha llovido mucho, perdimos las siembras"... Marosa di Giorgio


"¿Colibríes?¡qué confuso caso! ¿cómo entran a mi huerte clemente, pero cerrado?No son de mi flora, mi constelación, mi bazar.
(las clavelinas voladoras)
Madre y tías, al unísono, dicen que necesitan varios para hacer un sombrero!
Las criadas, por repicar, dicen que necesitan varios para hacer un postre en que ellos quedarán enteros.
Son novios, trajes fantasmales, los picos largos, entran una y otra vez, en lo más prohibido de las rosas.
Mi madre, como al desgaire, con total naturalidad, les sigue llamando claveles del aire.
Yo les cuento cada pluma, una roja, una azul, cada piedra, una azul, otra roja, cada pétalo, uno rojo, otro azul. Pero también son verdes y escurridizos como hadas y lagartijas.
Una voz, completamente nueva entre las plantas, dice:
-que predicen?
Y se contesta:
-guerra.
Una nueva voz entre las ramas dice:
-que predicen?
y se contesta:
-fiesta.
Asomo el rostro y la mano de niña, por la ventana, ansiosa.Vendra la fiesta.Vendra la guerra breve y trepidante de colibri.
mas, cae la tarde, y ellos desaparecen tras las bromelias.
O acaso era uno, como siempre, por un segundo. El marido secreto e inestable de esa rosa. El que baila ahi". Marosa di Giorgio, en Los papeles salvajes II.



jueves, 15 de noviembre de 2007

los que saben... saben

Vivir es ser otro. Ni sentir es posible si hoy se siente como ayer se sintió: sentir hoy lo mismo que ayer no es sentir

Fernando Pessoa

mendoza azul




mi lugar preferido



Cerca de La Paloma, Uruguay.





mis textos

Poemario

Carne cruda




I


El tren que pasa y mueve y vibra
hasta la flor que todavía no se abrió
me inmoviliza.


II


Serenos, estos días de septiembre
Y no es la siesta
es la tristeza de las monedas que no alcanzan
los tomates que crecen lentos
el gato que duerme y duerme
la retirada de los amores
Todos huyen de la calle
todos perseguimos a alguien
nadie se detiene, todos siguen
La fábula de las flores
me la contaron hace rato y nunca la creí
Tristes, estos días
Ya no pueden inventarse más ceremonias de interior
Jugábamos y un día la pelota pasó del otro lado
y nadie tuvo ganas de ir a buscarla.



III


Hoy solo se mueve el agua
Cae y barre el paisaje
desde la ventanilla de un viaje largo

Transporto mis huesos
en máquinas calurosas
con aires destartalados
ventanas imposibles de abrir

Un fantasma
la luz de un rayo en el campo
ilumina con un círculo
la novela inconclusa

Viajé
hasta el supermercado
cruzando la avenida
sentí un impacto
Un auto raudo sigue
un perro
queda devuelto
como una bolsa
temblando.

Su dueña deja lo recién comprado
en el pasto y se lo lleva
sin odio y sin temblar
hasta su casa
Viaja ella ahora
sin pensar en la muerte.


IV

Un perro vino a tu entierro
justo cuando el cura
decía que
la muerte no es el fin.


Hablamos de la caza de perdices
en días de mayo
cuando éramos chicas

Nos acordamos de una
que ya muerta
de pronto
dio su último estertor
desparramando unas plumas grises
en el citroen

Seguíamos acordándonos

Al rato
descubrimos una perdiz,
otra
Sobrevoló bajito delante nuestro
y pareció que guiaba el camino
al campo.
O fue un simple guiño.


Unos teros enamorados
se perseguían al sol
mientras te despedíamos
en silencio,
nublados.


Mayo, 2007



V


Los médicos no saben nada de la agonía.
Dicen que no le duele nada
solo para consuelo de tontos.
Fueron cinco días o un millón.

El domingo se animó
con unas noticias de fútbol
y por la noche empezó a delirar.
“Cerrá la llave” decía
y yo no alcancé a descifrar.
Me miró de nuevo
y dijo “dejá que rebalse”.
Me pidió que le rezara un padrenuestro.
Empecé a despedirme.

El lunes,
un elástico en la oreja doblada y roja
le sostenía el oxígeno.
Parecía una terapia intensiva de animales.
Protesté
al otro día se lo aflojaron.

El martes,
la boca llena de sangre.
Pregunté al médico
y dijo que iba a ver cada cosa.

El miércoles se rió un poco,
le dije hasta mañana y como pudo me contestó.
No se hagan ilusiones, chicas,
dijeron.

El jueves ya no me miraba,
sus brazos flacos ahora estaban hinchados.
Nadie podía irse,
nadie podía dejarlo.
Había que mirar
cada lento
subir y bajar de sus labios,
constatar
que no había dejado de respirar.

A las 16 intentaron reanimarlo
Después fuimos a verlo con mi mamá,
como dormido,
en la camilla de la última habitación de un pasillo largo.

Junio, 2007.



VI


Se levantó
sólo para cumplir con el ritual
de comer a las 12

Ahí vi que se iba
transformando en un pájaro

Su mirada estaba en otro lado

Parecía un angelito resistiendo la carne

¿Y nosotras por qué insistíamos?

No podía comer más
me pidió que no le diera más
carne
mezclásela con la verdura dijo mi hermana,
con la cucharita
le acerqué verdura con carne.

¿Para qué?
Mis ojos también estaban en otro lado.


Agosto, 2007




VII


La muerte es como una gran muralla china.
Igual de interminable y desconocida.
Le pone límite a todo.

Nadie filmó del otro lado de la muralla
por eso
la intranquilidad
la incomprensión
la imprecisión
la incredulidad
la inverosimilitud

¿La muerte será
como una pagoda china
rodeada de agua y flores de loto?

16 de agosto, 2007



VIII


Septiembre.
El limonero está cargado de azahares
pero nadie se detuvo a olerlos
por miedo a que se caigan.
Verlos ya es bastante,
alcanza con cortar una hoja
y sentir el tímido gusto
de los frutos futuros
que nunca llegan a ponerse amarillos.
Crecen verdes
y así mueren los limoncitos
de esta rara especie
que está en el centro de mi jardín.



IX


Han pisado las uvas
dijo el cuervo sobrevolando
¿moriré?

Una brisa repentina
lo halló sin fuerzas ante el signo
y lo precipitó contra la dulce morada.159



X

El miércoles robé un malvón indiscretamente, en pleno día, haciendo ruido. Con la mano derecha le retorcí el tallo sin muchos cuidados y me lo traje a casa aplastado entre otras bolsas.


XI

Se acentúa la ansiedad en cada febrero
Junto piedras
para hacerlas tronar en un vidrio y entonces cambiar el ritmo
correr.




XII

Cuando ella tenía 54
él 58

Alpargatas

libros
no tuvieron en su infancia

Ella vivía cerca del reparto masivo
La casa de mi abuelo
lindaba con las vías,
alpargatas sí,
agarraban
y se iban
a escaparse de la escuela
y más tarde
a lavar bombachas y cocinas ajenas

Alpargatas sí,
agarraban
y se iban a galopar por las raíces del ombú
El vivía cerca de la tierra
en la comodidad de un ombú
La casa de mi abuelo
se mudó un día a la ciudad
Pero la infancia de mi papá es un misterio

Alpargatas sí,
en el recuerdo de un mismo juego
bajo el árbol
O en la sombra que proyectan
las que hoy cuelgan de la soga.


XIII

No podía cerrar la llave
ésa fue la pesadilla.

La muerte corta
pero no clausura.

19 de diciembre de 2007.