Poemario
Carne cruda
I
El tren que pasa y mueve y vibra
hasta la flor que todavía no se abrió
me inmoviliza.
II
Serenos, estos días de septiembre
Y no es la siesta
es la tristeza de las monedas que no alcanzan
los tomates que crecen lentos
el gato que duerme y duerme
la retirada de los amores
Todos huyen de la calle
todos perseguimos a alguien
nadie se detiene, todos siguen
La fábula de las flores
me la contaron hace rato y nunca la creí
Tristes, estos días
Ya no pueden inventarse más ceremonias de interior
Jugábamos y un día la pelota pasó del otro lado
y nadie tuvo ganas de ir a buscarla.
III
Hoy solo se mueve el agua
Cae y barre el paisaje
desde la ventanilla de un viaje largo
Transporto mis huesos
en máquinas calurosas
con aires destartalados
ventanas imposibles de abrir
Un fantasma
la luz de un rayo en el campo
ilumina con un círculo
la novela inconclusa
Viajé
hasta el supermercado
cruzando la avenida
sentí un impacto
Un auto raudo sigue
un perro
queda devuelto
como una bolsa
temblando.
Su dueña deja lo recién comprado
en el pasto y se lo lleva
sin odio y sin temblar
hasta su casa
Viaja ella ahora
sin pensar en la muerte.
IV
Un perro vino a tu entierro
justo cuando el cura
decía que
la muerte no es el fin.
Hablamos de la caza de perdices
en días de mayo
cuando éramos chicas
Nos acordamos de una
que ya muerta
de pronto
dio su último estertor
desparramando unas plumas grises
en el citroen
Seguíamos acordándonos
Al rato
descubrimos una perdiz,
otra
Sobrevoló bajito delante nuestro
y pareció que guiaba el camino
al campo.
O fue un simple guiño.
Unos teros enamorados
se perseguían al sol
mientras te despedíamos
en silencio,
nublados.
Mayo, 2007
V
Los médicos no saben nada de la agonía.
Dicen que no le duele nada
solo para consuelo de tontos.
Fueron cinco días o un millón.
El domingo se animó
con unas noticias de fútbol
y por la noche empezó a delirar.
“Cerrá la llave” decía
y yo no alcancé a descifrar.
Me miró de nuevo
y dijo “dejá que rebalse”.
Me pidió que le rezara un padrenuestro.
Empecé a despedirme.
El lunes,
un elástico en la oreja doblada y roja
le sostenía el oxígeno.
Parecía una terapia intensiva de animales.
Protesté
al otro día se lo aflojaron.
El martes,
la boca llena de sangre.
Pregunté al médico
y dijo que iba a ver cada cosa.
El miércoles se rió un poco,
le dije hasta mañana y como pudo me contestó.
No se hagan ilusiones, chicas,
dijeron.
El jueves ya no me miraba,
sus brazos flacos ahora estaban hinchados.
Nadie podía irse,
nadie podía dejarlo.
Había que mirar
cada lento
subir y bajar de sus labios,
constatar
que no había dejado de respirar.
A las 16 intentaron reanimarlo
Después fuimos a verlo con mi mamá,
como dormido,
en la camilla de la última habitación de un pasillo largo.
Junio, 2007.
VI
Se levantó
sólo para cumplir con el ritual
de comer a las 12
Ahí vi que se iba
transformando en un pájaro
Su mirada estaba en otro lado
Parecía un angelito resistiendo la carne
¿Y nosotras por qué insistíamos?
No podía comer más
me pidió que no le diera más
carne
mezclásela con la verdura dijo mi hermana,
con la cucharita
le acerqué verdura con carne.
¿Para qué?
Mis ojos también estaban en otro lado.
Agosto, 2007
VII
La muerte es como una gran muralla china.
Igual de interminable y desconocida.
Le pone límite a todo.
Nadie filmó del otro lado de la muralla
por eso
la intranquilidad
la incomprensión
la imprecisión
la incredulidad
la inverosimilitud
¿La muerte será
como una pagoda china
rodeada de agua y flores de loto?
16 de agosto, 2007
VIII
Septiembre.
El limonero está cargado de azahares
pero nadie se detuvo a olerlos
por miedo a que se caigan.
Verlos ya es bastante,
alcanza con cortar una hoja
y sentir el tímido gusto
de los frutos futuros
que nunca llegan a ponerse amarillos.
Crecen verdes
y así mueren los limoncitos
de esta rara especie
que está en el centro de mi jardín.
IX
Han pisado las uvas
dijo el cuervo sobrevolando
¿moriré?
Una brisa repentina
lo halló sin fuerzas ante el signo
y lo precipitó contra la dulce morada.159
X
El miércoles robé un malvón indiscretamente, en pleno día, haciendo ruido. Con la mano derecha le retorcí el tallo sin muchos cuidados y me lo traje a casa aplastado entre otras bolsas.
XI
Se acentúa la ansiedad en cada febrero
Junto piedras
para hacerlas tronar en un vidrio y entonces cambiar el ritmo
correr.
XII
Cuando ella tenía 54
él 58
Alpargatas
sí
libros
no tuvieron en su infancia
Ella vivía cerca del reparto masivo
La casa de mi abuelo
lindaba con las vías,
alpargatas sí,
agarraban
y se iban
a escaparse de la escuela
y más tarde
a lavar bombachas y cocinas ajenas
Alpargatas sí,
agarraban
y se iban a galopar por las raíces del ombú
El vivía cerca de la tierra
en la comodidad de un ombú
La casa de mi abuelo
se mudó un día a la ciudad
Pero la infancia de mi papá es un misterio
Alpargatas sí,
en el recuerdo de un mismo juego
bajo el árbol
O en la sombra que proyectan
las que hoy cuelgan de la soga.
XIII
No podía cerrar la llave
ésa fue la pesadilla.
La muerte corta
pero no clausura.
19 de diciembre de 2007.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario